Czesław Golak 1919 - 1941

Nacido 11.7.1919
Muerto 25.7.1941 en Gusen

Biografía

Czesław Golak, novicio de los Misioneros del Verbo Divino (SDV)

Czesław Golak nació el 11 de julio de 1919 en Fabianowo, cerca de Poznań. Su padre trabajaba en el ferrocarril y su madre era ama de casa. Constantemente experimentó el amor de sus padres, por lo que nunca se sintió solo al tomar decisiones importantes en su vida. La preocupación de la madre por la vida religiosa de sus hijos influyó en el destino posterior de Czesław, quien resultó ser particularmente sensible a este respecto. Desde temprana edad quiso dedicarse al servicio de Dios. Se involucró en la vida religiosa de su parroquia y sirvió en el altar mucho antes de recibir su Primera Comunión. Aunque la familia vivía en la pobreza, querían superar todas las dificultades materiales para que su hijo pudiera cumplir sus sueños.

En 1932, Czesław ingresó al Seminario Menor en Górna Grupa, donde culminó sus estudios en mayo de 1939. Tenía las mejores notas en Religión y Lenguas Clásicas. Además, en esa época desarrolló sus habilidades musicales, tocando el violín y el acordeón. Tenía un carácter alegre y era líder en divertir a sus compañeros.

En 1939 fue admitido en el noviciado de Chludowo. Su familia le aconsejó que no se fuera, ya que había peligro de arresto. El 8 de septiembre debía tomar el hábito y comenzar su noviciado de dos años, pero la guerra cambió los planes de sus superiores. A pesar de esta situación Czesław continuó en su vocación. Pronto se emitió la orden de evacuación hacia Varsovia. El grupo de refugiados decidió regresar a Chludowo cuando todo el país estaba ocupado por los dos invasores. Poco después de su regreso, es decir, el 7 de octubre, el curso de Czesław comenzó su noviciado de dos años bajo la dirección del Padre Ludwik Mzyk.

Sin embargo, después de un corto tiempo, las autoridades alemanas realizaron un registro obligatorio de todos los habitantes de Chludowo. Czesław se declaró católico y de nacionalidad polaca, lo que decidió en consecuencia su posterior traslado a un campo de concentración. Después de este acontecimiento, ya no pudo moverse libremente, tenía que obtener un pase. Quien los otorgaba, alguien designado por la gestapo, también controlaba el movimiento de la casa: la llegada de forasteros al monasterio y las conversaciones con sus residentes. Además, la comunidad era visitada con frecuencia por el oficial de las SS Franz Wolf, que supervisaba el monasterio.

El 25 de enero de 1940 todos los residentes de la Casa fueron internados, también fueron traídos 40 sacerdotes de Poznań y sus alrededores. El mismo día, la Gestapo arrestó al maestro de novicios, el padre Ludwik Mzyk SVD, que luego fue asesinado en el Fuerte VII en Poznań. Aunque la vida de los internos era muy dura, y la situación alimentaria y económica pésima, el programa del noviciado continuó sin mayores cambios.

El 22 de mayo de 1940, en vísperas de Corpus Christi, Czesław y sus cohermanos fueron traslados al Fuerte VII en Poznań, y desde allí transportados durante la noche en vagones de ganado al campo de concentración de Dachau. Aquí recibió el número 11430. Con la llegada al campo comenzó una cuarentena de dos meses, llena de ejercicios punitivos, varias horas de soportar interminables pases de lista, un “deporte” inhumano, aprender alemán y canciones ofensivas. El objetivo era uno: quebrar a los prisioneros y despojarlos de su dignidad humana.

El 2 de agosto de 1940 en un transporte de 1000 prisioneros polacos, donde se encontraban 150 miembros del clero, fue trasladado desde el campo de concentración de Dachau al campo de concentración de Gusen. Aquí le asignaron el número 6207. Al estar todavía el campo en construcción las condiciones de vida eran peores que en Dachau. Cuando llovía, el agua entraba dentro de las barracas, la ropa casi siempre estaba húmeda, lo que dificultaba el mantenimiento de la higiene.

Desde el principio se pretendía exterminar a la intelectualidad polaca y al clero polaco. Los hombres de las SS que supervisaban la construcción del campo lo llamaron "Vernichtungslager für die polnische Intelligenz”, un campo de exterminio para las élites polacas. En Gusen la única salida, como les dijo el comandante a los prisioneros recién llegados, era a través de la chimenea del crematorio.

En el campo, Czesław levantaba el ánimo de sus compañeros con su buen humor y los recuerdos de los años en libertad. Por la mañana y por la tarde los reunía para la oración comunitaria y los domingos organizaba celebraciones litúrgicas sin sacerdotes. Apreciaba especialmente la oración pronunciada durante el trabajo agotador. Aquí todos eran conscientes de que en cualquier momento podían sufrir el martirio. Sin embargo, Czesław nunca quiso vivir a cualquier precio. Cuando los prisioneros hambrientos se robaban unos a otros un pedazo de pan, Czesław solo se lamentó. Por lo general, los prisioneros se volvían rápidamente inmunes a la violencia reinante allí o usaban los mismos métodos que sus verdugos, pero la sensibilidad de Czesław no le permitía mantener las apariencias. Además las muestras de afecto o el querer brindar ayuda implicaba graves consecuencias, incluso la muerte. De ahí que los prisioneros a menudo se mostraban completamente indiferentes aunque, en realidad, bajo la aparente capa de consentimiento se escondía una chispa de rebelión y oposición. Si los presos podían trabajar en presencia de un kapo, tan pronto como éste se alejaba, dejaban de trabajar. Desafortunadamente, Czesław no podía fingir, por lo que a menudo lo castigaban por su pereza, de hecho ya no tenía fuerzas para trabajar.

En el verano de 1941 los primeros síntomas de enfermedad mental comenzaron a aparecer en Czesław. Se volvió sombrío y vivía alienado. No prestaba atención durante el trabajo y se sumía en sus pensamientos, entonces los brutales ataques del kapo lo volvían a la realidad. A menudo hablaba con sus compañeros sobre su muerte inminente. Quería volver a Dachau, a mejores condiciones. Aunque no calificó para la lista del transporte de los inválidos (no aptos para trabajar), lo hizo a través de la confusión resultante. Desafortunadamente el viaje resultó ser un engaño. Se aisló a los enfermos e “inválidos”, se les dio la peor ropa, se redujeron sus raciones de alimentos y se les envió a los trabajos más duros. A pesar de todo sus compañeros acordaron con el kapo para que no lo persiguiera, incluso que le proporcionara un trabajo más liviano. Sin embargo, Czesław una vez más se ensimismaba en sus pensamientos durante el trabajo, lo cual fue percibido por el el kapo como una manifestación de pereza. En consecuencia fue severamente golpeado y herido en la cabeza. A esto se sumaron la persecución, el estrés constante, el hambre y el trabajo inhumano, lo que profundizó aún más su enfermedad mental.

Desde entonces comenzó a reprocharse a sí mismo por ser un gran pecador, porque antes había tratado de desobedecer la voluntad de Dios y salir de Dachau como un inválido. Los delirios depresivos continuaron. Se sentía responsable de todos los males cometidos en los campos, incluidas la enfermedad y la muerte. En consecuencia comenzó a ayunar, porque no era digno de comer siendo un condenado. También tenía delirios sobre el inminente fin del mundo. Los sufrimientos interiores eran peores que la muerte. Emitió juicios erróneos sobre la realidad y no aceptó ningún argumento lógico. En ese estado, hizo su primer intento de suicidio arrojándose a la cerca electrificada. Aunque lo detuvieron dos veces, nadie advirtió el tercer intento. El 25 de julio, murió trágicamente por electrocución. El cadáver fue sacado de la alambrada solo después de cinco horas. Solo después de la guerra, la familia se enteró de las circunstancias de su muerte.

El sacerdote Jan Chodzidło SVD, formador y director espiritual de novicios en Chludowo durante la guerra, en 1941, dijo lo siguiente sobre todos los cérigos y novicios que estaban muriendo en los campos de Dachau y Gusen en ese momento:

Dios quiere renovar el mundo y llenar el cielo de santos. Por lo tanto, busca víctimas puras, inocentes, valiosas, muy parecidas al Cordero de Dios. Tales corderos inocentes son nuestros clérigos. Fueron elegidos por Dios para ofrecerle el sacrificio de sus vidas en reparación por los pecados del mundo y pedir bendiciones y gracia.

 

Gerado Rodriguez

Posición en la sala