Bernabé Tomé Ovejero 1917 - 1941 Editar
Nacido 11.6.1917 en Malpartida de Plasencia
Muerto 25.11.1941 en Gusen
Biografía
El Holocausto nazi, perpetrado contra el pueblo judío y otras etnias consideradas inferiores por la barbarie germana, generó numerosas ramificaciones de aquel diabólico y mortífero plan, cuya inhumanidad alcanzó a ciudadanos de distintas nacionalidades; entre ellos, a varios miles de españoles, muchos de los cuales perdieron la vida en los campos de concentración. Tan ello es así, que uno de aquellos recintos infernales es llamado “el campo de los españoles”. Mauthausen. Nombre (uno más) cuya sola mención, ochenta años después del exterminio de millones de seres humanos, produce escalofríos porque está escrito con indeleble sangre inocente. Añádase el complemento de Gusen, un subcampo a escasos cinco km del anterior, conocido como “el matadero de Mauthausen”. Ambos escenarios de la ignominia, ubicados cerca de la ciudad de Linz, en Austria, testimoniaron la presencia de un paisano nuestro, Bernabé Tomé Ovejero, quien tras varios meses durísimos de esclavitud en las canteras de granito y en aquellos inhóspitos barracones donde se enseñoreaban el hambre, el frío, la enfermedad, la falta de cuidados y la violencia ejercida sobre los allí confinados, murió cuando contaba con solo 24 años. Aunque desconocemos las circunstancias precisas, el motivo de su muerte, ningún consuelo aporta saber cómo exterminaban a los encerrados en Gusen: los fusilaban, los apaleaban, los ahorcaban, los gaseaban; y la mayor parte de ellos, morían extenuados por el hambre y el trabajo de esclavos en condiciones sanitarias deplorables. De Gusen era imposible salir, y entre aquellas alambradas la supervivencia se cifraba en tres meses, dado que la finalidad del campo consistía en el exterminio por el trabajo.
Breve fue la vida del joven chinato Bernabé, a quien, sin embargo, le fue pródiga en adversidad y escasa en fortuna. El servicio militar lo cumplió en plena Guerra Civil, en el ejército republicano, y cuando la derrota del constitucionalismo era inminente, formó parte de aquella riada de españoles que en febrero de 1939 huyeron a Francia. Allí sufriría las calamidades de los campos de refugiados en las playas francesas del sur, pero de inmediato quedó integrado en una de las CTE del Ejército francés (Compañía de Trabajadores Extranjeros), unidades militarizadas y dirigidas por oficiales, muchas de las cuales estaban destinadas a la defensa de ciudades francesas próximas a la frontera con Alemania. Fue uno más de los miles de españoles que, con uniforme francés, intervinieron en la Segunda Guerra Mundial como combatientes en la Legión Extranjera o en las CTE. En su mayoría, fueron capturados por los nazis en 1940 y llevados, en un primer momento, desde la Francia ocupada a los campos de prisioneros o stalags en territorio alemán. Bernabé Tomé Ovejero formaba parte de una de las seis compañías (unos 1500 hombres) que construían fortificaciones en la zona de los departamentos franceses de los Vosgos y Territorio de Belfort cuando fue capturado y recluido en el campo de prisioneros de guerra en el frente (frontstalag) 140-Belfort. Desde allí, con el número de preso 86638 colgado del cuello, lo llevaron al stalag XI-B/357, en la ciudad de Fallingbostel, del estado de Baja Sajonia. Iniciado ya el recorrido de los trenes de la muerte, salió el 25 de enero de 1941 en un convoy que transportaba 1472 españoles con destino a Mauthausen, donde ingresó dos días después, y le fue asignado el número 5779; además, le señalaron, como a todos sus compatriotas, mediante un triángulo azul en el “pijama de rayas” con una S en el centro (Spanien), símbolo de los considerados apátridas, es decir, los españoles cuya existencia había sido negada ante los alemanes por Serrano Suñer, ministro de la Gobernación. En efecto, requerido el Gobierno de Franco sobre el destino de los prisioneros de guerra españoles, la mano derecha del dictador certificó la inhibición oficial, en septiembre de 1940, afirmando que no había españoles fuera de nuestras fronteras. Esta circunstancia les privaba del estatus propio de los prisioneros de guerra, los condenaba sin remisión a los lager (campos de trabajo) o campos de concentración y en ellos se acrecentaría el odio y el maltrato hacia quienes estaban mal vistos por ser considerados comunistas. Mauthausen fue solo una breve escala en el itinerario hacia la muerte para aquel chinato atrapado en la angustiosa deriva de dos derrotas inmediatas: la de la Guerra Civil en su patria y la del ejército francés ante Hitler; víctima, pues, de guerras en las que no había participado por propia voluntad. A mediados de febrero de 1941 Bernabé traspasó la puerta del “matadero de Mauthausen”, Gusen, campo que había empezado a funcionar en los primeros meses de 1940, el cual llegó a albergar más prisioneros que el principal y pronto se convertiría en una inmensa tumba común para los deportados españoles. Iniciaba nuestro paisano, ahora identificado con el número 10165, un macabro viacrucis individual y coral, cuyo Gólgota fue la muerte de la mayoría de los prisioneros de guerra españoles que allí habían sido llevados desde mediados de 1940 a finales de 1941; el exterminio de más que 3000 republicanos encerrados en Gusen se consumó a lo largo de 1941 y 1942, sobre todo en el durísimo invierno entre ambos años. Bernabé Tomé Ovejero murió el 25 de noviembre de 1941.
Había nacido en Malpartida de Plasencia, en la casa familiar sita en la calle Ancha núm. 9; era uno de los cuatro hijos del matrimonio formado por Leandro Tomé Fernández, jornalero del campo, y Valentina Ovejero Talaván, ama de casa; ambos, naturales y vecinos del pueblo. También los abuelos paternos (Juan y Juana Leonor) y la abuela materna (Dorotea) eran chinatos; el abuelo materno (Andrés) procedía de Serrejón. De muchacho, debió de incorporarse a las tareas del campo, y el paso de la adolescencia a la juventud le coincidió con el advenimiento de la Segunda República. A buen seguro, el nuevo régimen democrático alimentaría las ilusiones de una edad llena de proyectos, y en una zona rural, los referidos a la redención del campo extremeño, cuando esperanzas y frustraciones se sucedieron con la Reforma Agraria y las expectativas de redistribución y mejoras en el cultivo de la tierra. Testigo fue de los intentos de ocupación de latifundios en el término municipal de Malpartida y de los enfrentamientos que se saldaron con una víctima mortal. Sonaron tambores de guerra cuando Bernabé llegaba a la edad de entrar en quintas. La memoria oral, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido y la posterior dispersión familiar, aporta escasos datos acerca de este joven soldado que combatió en las filas republicanas, lo cual no ofrece dudas teniendo en cuenta su devenir posterior tras el paso a Francia en 1939. Desconocemos la circunstancia de su alistamiento, pues por la situación de la provincia de Cáceres al producirse la sublevación militar, Bernabé Tomé Ovejero debería haberse incorporado al ejército franquista. Cabe la posibilidad de que desde estas trincheras se pasara a las de quienes combatían por el orden constitucional.
Lo cierto es que desde su marcha a la milicia la familia no volvió a tener noticias del soldado. Las fuentes documentales testimonian que, a principios de los cincuenta del siglo pasado, el Gobierno francés envió al español los certificados de defunción de los soldados españoles combatientes contra los nazis en el ejército galo. El Gobierno de Franco, por su parte, silenció estos informes con el fin de que las familias no pudieran reclamar a Alemania. Sin embargo, a pesar de las restricciones y ocultamientos de la dictadura, se produjeron ciertas acciones reparadoras y compensatorias por parte de los gobiernos alemán y francés. Así, viudas y otros familiares de fallecidos en los campos de concentración que figuraban en los registros militares franceses recibieron ayudas económicas. En el caso de Bernabé Tomé, cuentan familiares de Malpartida que en los años sesenta, a través del puesto de la Guardia Civil, le llegó a Julia, hermana del soldado desaparecido, una cierta cantidad de dinero y un documento “escrito en extranjero” (posiblemente en francés). Al no poder descifrar su contenido, ignoraban la procedencia y la finalidad del envío recibido. Por ello, mantuvieron en secreto el asunto durante años e incluso llegaron a temer que alguien les reclamara el dinero. Aquellos documentos, que hubieran aportado hoy una valiosa información, se perdieron. La familia hasta imaginó que el remitente podía ser el propio Bernabé desde algún lejano lugar donde se ocultara huido. Hoy sabemos que tales elucubraciones carecían de fundamento. Bernabé Tomé Ovejero era desde hacía años una de las víctimas del nazismo en los campos de exterminio, cuyas referencias identificadoras fueron ocultadas por la dictadura. El 9 de agosto de 2019, el Gobierno español ha publicado en el BOE un “Listado de españoles fallecidos en los campos de concentración de Mauthausen y Gusen”. Entre aquellos miles de víctimas figuran 178 extremeños: 135 pacenses y 43 cacereños. De estos, uno era chinato: Bernabé Tomé Ovejero. Hoy, continuando los pasos de otros investigadores locales y admirados (así Dionisio Clemente Fernández) actualiza este cronista las informaciones, aún incompletas, referidas a aquel joven paisano cuya desgraciada peripecia vital une al pueblo de Malpartida de Plasencia con el Holocausto. La memoria histórica particular y con minúsculas de nuestros mártires merece ser conocida y publicada. No es otra que esa la intencionalidad de este trabajo. Quedan aún muchos peldaños que subir en la escalera del homenaje a las víctimas españolas de Mauthausen-Gusen y de otros campos. Ni siquiera esa ascensión, si algún día concluye, podrá borrar las huellas de Bernabé ni las de miles de compatriotas en el martirizante subir y bajar de los 186 peldaños, tristemente famosos, de la macabra escalera de granito de Mauthausen. Dentro de poco, Bernabé Tomé Ovejero alcanzará en el Registro Civil de su pueblo natal el estatus de fallecido. Gozará, para la memoria, de personalidad jurídica plena. Nació y murió. Sabemos dónde y cuándo. Así figurará siempre en los documentos oficiales. Pero entre esas dos fechas vitales, 11/6/1917 y 25/11/1941, hay mucho más, parte de lo cual ha sido recogido aquí. Es, por ahora, la aportación del cronista de la villa a la causa de preservar del olvido a Bernabé Tomé Ovejero para la memoria colectiva de Malpartida de Plasencia.
Florentino Rodríguez Oliva, cronista oficial