Bronisław Kowalski, novicio de los Misioneros del Verbo Divino
Nació el 10 de agosto de 1917 en la ciudad de Wielki Łęck en Pomerania. Fue el cuarto de los cinco hijos de Władysław y Helena. En ese momento, su padre estaba luchando como soldado en el ejército de la partición prusiana en Mikołajewo en el Mar Negro, por lo que la familia Kowalski se encontraba en una situación financiera difícil.
Bronisław, ya desde pequeño, deseaba tener un contacto vivo con Dios en la sagrada liturgia. No sólo leía literatura religiosa, que llevaba consigo cuando pastoreaba las vacas, sino que también asistía todos los días a la eucaristía matinal, sirviendo de monaguillo, tras lo cual se dirigía al desván de su casa, a su “capilla”. Una silla servía de altar donde había candelabros y una cruz, y en las paredes colgaban imágenes de santos recortadas de periódicos, y todo estaba decorado con flores. Su gran deseo era recibir la Sagrada Comunión a edad temprana, por lo que exigió a su madre para que hablara con el párroco sobre su admisión al catecismo. Así sucedió. El 2 de septiembre de 1928 recibió el Santísimo Sacramento por primera vez. Su amor por la Eucaristía brotaba de su especial relación con Dios, en quien siempre procuró ver a un Padre amoroso y solícito que lo conducía a la santidad por caminos que sólo él conocía. En ese momento Dios era para él alguien muy real, alguien que está constantemente presente en la vida humana y, sobre todo, actúa. Por otra parte, vio en el sufrimiento el amor especial de Dios, que conduce al hombre a la felicidad plena.
Bronisław también quería entrar a la vida religiosa. En secreto, escribió una solicitud para ser admitido en el Instituto de los Sacerdotes Misioneros del Verbo Divino en Górna Grupa. Solo después de recibir una respuesta quiso informar a su familia. El 3 de septiembre se convirtió en alumno de los Misioneros del Verbo Divino. No tuvo mayores problemas con el estudio, aunque no era muy bueno en las ciencias exactas. En 1937 aprobó su examen de bachiller y luego regresó a su casa para prepararse para el noviciado.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial lo encontró en Chludowo. El 4 de septiembre de 1939, después de dos años de noviciado, hizo sus primeros votos. Luego debería ir a Sankt Gabriel cerca de Viena para continuar sus estudios, pero Austria ya se encontraba bajo el dominio nazi. Por lo tanto, los superiores decidieron que los novicios continuarían en Chludowo. Mientras tanto, las autoridades locales ordenaron una evacuación inmediata hacia Varsovia. Bronisław quería regresar a la casa de su familia e incluso había comenzado su camino en esa dirección, pero finalmente decidió regresar al noviciado.
El país ya estaba ocupado por las tropas alemanas, por lo que el grupo de refugiados regresó a Chludowo. Sin embargo, después de un corto tiempo, las autoridades alemanas realizaron un registro obligatorio de todos los habitantes de Chludowo. Bronisław se declaró católico y de nacionalidad polaca, lo que decidió en consecuencia su posterior traslado a un campo de concentración. Después de este acontecimiento, ya no pudo moverse libremente, tenía que obtener un pase. Quien los otorgaba, alguien designado por la gestapo, también controlaba el movimiento de la casa: la llegada de forasteros al monasterio y las conversaciones con sus residentes. Además, la comunidad era visitada con frecuencia por el oficial de las SS Franz Wolf, que supervisaba el monasterio.
El 25 de enero de 1940 todos los residentes de la Casa fueron internados, también fueron traídos 40 sacerdotes de Poznań y sus alrededores. El mismo día, la Gestapo arrestó al maestro de novicios, el padre Ludwik Mzyk SVD, que luego fue asesinado en el Fuerte VII en Poznań. Este evento acompañó a Bronisław en todas las etapas de su camino hacia el martirio y le ayudó a soportar la persecución. Aunque la vida de los internos era muy dura, y la situación alimentaria y económica calamitosa, el programa del noviciado prosiguió con normalidad.
El 22 de mayo de 1940, en vísperas de Corpus Christi, Bronisław y sus cohermanos fueron traslados al Fuerte VII en Poznań, y desde allí transportados durante la noche en vagones de ganado al campo de concentración de Dachau. Aquí recibió el número 11425. Poco después de su llegada a Dachau comenzó una cuarentena de dos meses, llena de ejercicios punitivos, varias horas de soportar interminables pases de lista, un “deporte” inhumano, aprender alemán y canciones ofensivas. El objetivo era uno: quebrar a los prisioneros y despojarlos de su dignidad humana.
Encerrado detrás de las alambradas del campo, en un tiempo lleno de incertidumbre, de peligro constante y de que ocurriese lo peor, Bronisław mantuvo la plena confianza de que su vida estaba completamente en las manos de Dios y dependía de Él. En ese momento, el rosario, a través del cual estaba unido a María, se convirtió en su oración más querida. También lo sostenía entres sus manos en momentos difíciles y peligrosos, porque creía que la Santa Madre hace milagros a través del rosario.
El 2 de agosto de 1940 en un transporte de 1000 prisioneros polacos, donde se encontraban 150 miembros del clero, fue trasladado desde el campo de concentración de Dachau al campo de concentración de Gusen. Aquí le asignaron el número 6506. Al estar todavía el campo en construcción las condiciones de vida eran peores que en Dachau. Cuando llovía, el agua entraba dentro de las barracas, la ropa casi siempre estaba húmeda, lo que dificultaba el mantenimiento de la higiene. El 8 de septiembre de 1940, sobre los cimientos del crematorio en construcción, hizo sus segundos votos.
Desde el principio se pretendía exterminar a la intelectualidad polaca y al clero polaco. Los hombres de las SS que supervisaban la construcción del campo lo llamaron "Vernichtungslager für die polnische Intelligenz”, un campo de exterminio para las élites polacas. En Gusen la única salida, como les dijo el comandante a los prisioneros recién llegados, era a través de la chimenea del crematorio.
En Gusen, fue asignado a trabajar en las canteras. En la lucha contra el hambre lo ayudó un maestro conocido, Marcel Romanowski, que trabajaba en la cocina. A veces también le arrojaba algunas verduras crudas. Un día, cuando se agachaba para recogerlas, el kapo le dio una patada tan fuerte que le partió la mandíbula y le rompió los anteojos. Luego desarrolló una diarrea sanguinolenta, conocida en la jerga del campo como “czerwonka” (disentería), que también fue la causa directa de su muerte.
El día antes de su muerte, no pudo orar ni caminar por sí mismo. Solo pudo sentarse en la nieve encogido de dolor, desde donde fue llevado por sus compañeros a la barraca. Murió el 22 de diciembre de 1940. Luego el cuerpo fue quemado en el crematorio.
El sacerdote Jan Chodzidło SVD, formador y director espiritual de novicios en Chludowo durante la guerra, en 1941, dijo lo siguiente sobre todos los cérigos y novicios que estaban muriendo en los campos de Dachau y Gusen en ese momento:
Dios quiere renovar el mundo y llenar el cielo de santos. Por lo tanto, busca víctimas puras, inocentes, valiosas, muy parecidas al Cordero de Dios. Tales corderos inocentes son nuestros clérigos. Fueron elegidos por Dios para ofrecerle el sacrificio de sus vidas en reparación por los pecados del mundo y pedir bendiciones y gracia.
Gerardo Rodriguez